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Antes de leer la presenta nota recomendamos leer Finlandia, un modelo educativo a tener en cuenta (Parte I – del nivel inicial al secundario) 
Finlandia tiene una educación gratuita, pero altamente selectiva. 
Por eso sus universidades, aunque no salen tan bien como sus escuelas primarias y secundarias en los rankings internacionales, tienen un alto nivel.La Universidad de Helsinki tenía 38.000 estudiantes (en un país de 5 millones de habitantes) hacia fines de la primera década del siglo XXI, que además de realizar sus estudios en forma gratuita recibían una ayuda del gobierno para pagar sus gastos de alojamiento y comida. El gobierno les paga los alumnos para estudien.

En la Universidad de Helsinki, aún siendo gratuita y masiva no existen ni grafitis, ni propaganda política ni está politizada como tantas otras universidades latinoamericanas. La edad promedio de los estudiantes universitarios finlandeses es de 28 años, la mayoría trabaja.

La Asociación de Estudiantes de la Universidad de Helsinki, su brazo político no tiene gran aliciente en promover la agitación: es un verdadero emporio capitalista, que maneja un presupuesto de 4 millones de euros al año, y administra bienes de 200 millones de euros, incluyendo las cafeterías de la universidad y varias empresas editoriales de libros de texto. Siendo la principal prioridad manejar bien los negocios mencionados para poder dar becas a quienes necesitan ayuda especial y ofrecer comida a precios económicos en las cafeterías.

Los salarios de los profesores de la Universidad de Helsinki y demás universidad de Finlandia se fijan según los méritos del docente, pero en general oscilan alrededor de los 5700 euros mensuales, más un bono de fin de año, lo que en su conjunto redondea un sueldo de unos 100.000 dólares anuales.

Las evaluaciones de los profesores incluyen diferentes parámetros: evaluaciones anónimas de sus alumnos, sus trabajos de investigación y –el más controversial- su “interacción con la sociedad”, que mide, entre otras cosas, su participación en medios de prensa u organizaciones de bien público. Pero el rasgo más notable del sistema universitario finlandés es que, cada tres años, los profesores son evaluados por un panel de ocho auditores encabezados por un experto internacional en la materia, y a menudo integrado por varios otros académicos foráneos. Los paneles de profesores extranjeros son invitados por la universidad para permanecer varias semanas en el país, entrevistar a los pedagogos y luego emitir su recomendación de aprobar o reprobar su labor. Para ser aprobado profesor titular se necesita ser aprobado por este panel, en un proceso lento que dura dos años.

La obsesión finlandesa por crear una clase profesional cada vez más integrada a la economía global se traduce también en una tendencia a dictar cada vez más clases en inglés. Tienen un plan para elevar el número de profesores extranjeros que dictan sus cursos en inglés al 25% del plantel docente en los próximos diez años. El motivo: la internacionalización eleva el nivel académico. Obviamente los profesores finlandeses no están muy de acuerdo con esto, de modo que el estado les da la oportunidad de competir por estos cupos si adquieren experiencia internacional. Y aunque casi la totalidad de los cursos universitarios de licenciatura se dan actualmente en finlandés, ya hay 13 programas de maestrías que se dictan en inglés, incluidos los de ingeniería eléctrica, ciencias de la computación y telecomunicaciones.

Los finlandeses tienen una sorprendente facilidad no sólo para leer y escribir inglés, sino para hablarlo prácticamente sin acento. La razón: un país con una población tan pequeña y sin ningún otro país que hable finlandés por una razón de costos decidió no doblar a su idioma ninguna de las series, películas o dibujos animados de Hollywood que se transmiten en la TV finlandesa. Así  desde muy pequeños a la gente no le queda más remedio que ver la TV en inglés. De modo que lo que empezó siendo una medida de ahorro, terminó siendo una enorme ventaja competitiva del país para insertarse en la economía global.

Si bien Finlandia ya tenía un alto porcentaje de sus universitarios en carreras de ingeniería, ciencias y tecnología -27% de sus alumnos a 2008, casi el doble que en países de similar tamaño- llegaron a la conclusión de que eso no era suficiente. Así a partir de 2010 empezaría a funcionar una nueva Universidad de la Innovación creada por el Ministerio de Educación con base en la fusión de las tres facultades más prestigiosas en tecnología, administración de empresas y bellas artes. A diferencia de la Universidad estatal esta sería gobernada por una fundación privada con participación estatal y una inyección de 1000 millones de dólares del gobierno, lo que le permitiría crear empresas privadas, tomar préstamos bancarios, lanzar productos al mercado y ejercer varias otras funciones comerciales que le están vedadas a los funcionarios públicos. Asimismo, la nueva universidad tendría mayor participación de la industria privada, tanto en la formulación de carreras como en el contenido de las mismas. Inicialmente hubo críticas, porque decían que la nueva universidad se convertiría en el departamento de nuevos productos de las grandes empresas del país. Finalmente se llegó a un compromiso y acuerdo por el cual el estatuto de la universidad especificaría que su meta será la investigación, la educación y el apoyo a la industria finlandesa.

El aspecto más revolucionario de esta nueva universidad es que integra la ingeniería y la administración de empresas con la artes para lograr que los alumnos estén mejor equipados para generar productos diseñados para el gusto de los consumidores. Según autoridades finlandesas, en la economía del siglo XXI ya no basta con tener excelentes laboratorios de investigación y desarrollo de nuevos productos porque esas funciones pasarán cada vez más a países que tienen una enorme disponibilidad de ingenieros y técnicos a costos muchos menores. Entonces, el secreto del éxito pasará por la combinación de la investigación técnica con la habilidad de pronosticar los gustos de los consumidores de los países ricos, donde estos últimos todavía tienen una clara ventaja, y la tendrán por un buen tiempo.

Fuentes para la presente nota:

Basta de Historias - Andres Oppenheimer




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