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Mucho se dice últimamente sobre la calidad educativa –que por cierto requiere una mejora urgente- y la necesidad de alcanzar estándares de calidad que nos vuelvan a colocar como el ejemplo  que supo ser la educación Argentina hace ya algunas décadas. Educación que era modelo para muchos otros países, no sólo Latinoamericanos.

Ahora bien, nos preguntamos -como bien lo dice el título- si esta recuperación solamente depende de la escuela. La respuesta desde nuestra opinión es: NO.

Creemos que lo primero que hay que identificar claramente son los actores que intervienen en la educación. En este sentido podemos afirmar que la educación entendida no sólo como el proceso mediante el cual se transmite y se enseñan conocimientos sino que incluye también la formación de ciudadanos comprometidos, solidarios y con valores sociales que sostengan una base de honestidad e integridad.

Escuela, Familia y Estado son los pilares alrededor de los cuales hay que trabajar para recuperar esa calidad que tanto se reclama. Creemos a su vez que estos actores tienen objetivos bien específicos, los que de lograrse en alguno de los pilares y en otros no implicará el no poder alcanzar el tan mentado objetivo central: mejorar la calidad de la educación.

En primer lugar el estado tiene la responsabilidad de definir las políticas educativas de largo plazo a partir de haberse definido previamente qué país queremos en los próximos 20/30 años. Tiene la indelegable responsabilidad de articular a los actores alrededor del objetivo definido para que lo logros de cada uno se encuentren en el camino de las definiciones centrales. Si bien no es objetivo de la presenta nota indagar en qué acciones se han llevado adelante correctamente y cuáles requieren ser revisadas por parte del estado desde el inicio del nuevo siglo, se puede concluir claramente entre las primeras el fuerte aumento en la inversión educativa, la nueva ley de educación, la recuperación del concepto de escuelas técnicas entre las principales. Al mismo tiempo es necesario complementar el reparto de notebooks a cada alumno con un plan integral que contemple la capacitación de los docentes de manera que se haga un uso correcto y con el mayor provecho de la/s herramientas tecnológicas entregadas. Claramente en el debe se encuentran paradójicamente, entre las principales, el incumplimiento a ley en la necesaria extensión de la jornada escolar que amplíe las actuales escasas 4 hs diarias de clases. Actualmente son necesarias incluir otras competencias a las de base (matemática, lengua, ciencias, historia) que preparen al alumno para los desafíos futuros. De manera que sin extensión horaria sólo se estarán utilizando necesarias horas de las competencias básicas para cubrir las nuevas (idioma, tecnología, artes, entre otras).

En segundo lugar la familia tiene un rol mucho más importante de lo que hoy se cree o se tiene la debida conciencia. Es en el seno familiar donde se adquieren no sólo los estímulos y alimentación necesarios en los primeros años para que el niño llegue apto para insertarse en el ámbito educativo sino que tan importante como lo anterior es su función de formadora de los valores sociales e individuales del niño: honestidad, integridad, solidaridad, respeto no sólo a los adultos con los cuales se rodee sino con la institución escolar y principalmente con los maestros/docentes que lo educarán en las habilidades y conocimientos necesarios que le permitan desenvolverse como adulto. La escuela acompaña y apuntala diariamente esta tarea pero es responsabilidad de la familia no sólo procurar incorporar estos valores sociales sino que debe estimularlo para que vea en la educación, sus maestros y la escuela el lugar desde el cual alcanzar los conocimientos y herramientas necesarias para enfrentar con éxito los desafíos que se le irán presentando a lo largo de su vida. Que las familias no sólo comprendan sino que al mismo tiempo se comprometan con esta función es clave para el éxito de la mejora de la educación.

Finalmente nos encontramos con la escuela, ámbito que recibe todas las presiones y en ocasiones expectativas desmedidas respecto de cuál es su verdadero rol en la educación. Pareciera descabellado pensar que pudieran existir expectativas fuera del marco de acción de la escuela, pero mucho ha colaborado la crisis pronunciada al iniciar el Siglo XXI, por lo que muchos colegios se convirtieron en escuelas/comedores/asistenciales/contenedoras/receptoras de cuanta crisis familiar se fue produciendo.

Hay que recuperar, a partir del crecimiento económico que hemos tenido en los últimos años, el rol original sobre el cual fueron concebidas las escuelas: transmitir y enseñar los conceptos y herramientas (aprender a aprender) necesarios para desenvolverse en el cambiante mundo que nos toca vivir, sabiendo que los cambios se dan cada vez a mayor velocidad por lo que reviste especial importancia que los alumnos adquieran en mayor medidas las herramientas sociales-cognitivas necesarias para poder aprender durante toda la vida y la preparación adecuada para poder cambiar de rol y tarea varias veces a lo largo de los años.

La escuela secundaria, a partir de una base muy sólida de conocimientos logrados en los niveles inicial y primario, deben preparar al alumno para su primera experiencia laboral, así como fortalecer las bases para que se encuentren en condiciones de continuar su preparación profesional en oficios técnicos-científicos (terciarios) y/o para acceder a una educación superior (universidad).

Si bien cuando hablamos de la escuela entendemos el conjunto de infraestructura, directivos, materiales, y docentes creemos que este último es el ingrediente clave de la fórmula final del éxito para alcanzar el objetivo enunciado en un principio: la mejora de la calidad educativa.

¿Por qué es el docente la pieza fundamental habiendo mencionamos anteriormente la importancia del estado y la familia? Sencillamente porque contar con maestros sin vocación, desmotivados, cansados, estresados, sin incentivos, mal pagos, maltratados y/o mal capacitados puede resultar en al menos 30/40 años de mala calidad educativa para aquellos alumnos que tengan a maestros con las condiciones mencionadas. El maestro debe ser el eje sobre el cual se establezcan las estrategias desde el estado para alcanzar las políticas educativas que se definan. Porque al final del camino si contamos con un estado y una familia comprometidos, la infraestructura adecuada, las herramientas de última tecnología, pero carecemos del docente/maestro adecuado frente a los alumnos habremos hecho un esfuerzo enorme con resultados que no se correspondan o que no alcancen los objetivos trazados. Y si eso sucede corremos peligro que nos gane la frustración, lo que podría dar lugar al desvío del camino trazado originalmente y a un largo período para descubrir el/los errores y reencauzar las energías.

No hemos querido con esto dar una clase magistral de cuál es la solución mágica, porque no la hay. Pero si establecer una serie de parámetros iniciales que nos permitan contar con las responsabilidades bien establecidas, de quienes a nuestro entender, son los actores fundamentales del desafío de alcanzar una educación de calidad que nos permita períodos prolongados de crecimiento como condición necesaria para el desarrollo y la eliminación de franjas de pobreza estructural.




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